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Los protocolos se apegan a las directrices de
la OMS para la prevención y control de infecciones respiratorias
La Secretaría de Salud a través de la Comisión Estatal
para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COEPRIS), capacitó al personal de
más de 70 funerarias en el desarrollo de protocolos para el adecuado manejo,
traslado y disposición final en cadáveres por casos de COVID-19, a fin de evitar
que los dolientes, personal de este tipo de establecimientos y población en
general sean expuestos a patógenos.
Esta actualización se llevó a cabo mediante una guía que
desarrolló la propia COEPRIS sobre las medidas sanitarias que debe seguir el
personal en contacto con el cadáver, desde el momento de su muerte, hasta su
disposición final, indicó la titular de la dependencia estatal, Blanca Pulido
Medrano.
La funcionaria estatal indicó que a pesar de que no existe
evidencia sólida sobre riesgos de infección a partir de personas fallecidas por
el nuevo coronavirus, la dependencia estatal elaboró esos protocolos con base
en las directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para la
prevención y control de infecciones respiratorias agudas.
En este documento se especifican el manejo seguro de
desechos biológicos, la desinfección de camas hospitalarias y retiro de ropa de
cama en bolsas de aislamiento, así como la sanitización de superficies
ambientales, además del uso del equipo de protección personal como batas
plastificada, guantes de nitrilo, máscara n-95 y googles, mismos que deben
utilizar quienes intervengan en el manejo, traslado y disposición final de los
cadáveres confirmados o sospechosos de COVID-19.
En esta guía se establece que no debe embalsamarse el
cadáver, pero además se recomienda no realizar autopsias ante la posibilidad de
que pulmones y otros órganos contengan aún el virus, por ello se enfatiza que
el cadáver debe trasladarse en una bolsa biodegradable con cierre hermético.
Se subraya que la velación tendrá un lapso de máximo tres
horas, en un espacio que permita seguir las medidas de sano distanciamiento y
con la posibilidad de realizar rituales religiosos que no impliquen contacto
con el cuerpo, aunado a que el cadáver permanecerá en una bolsa sanitaria
dentro de un féretro sellado. “Son protocolos definidos para atender los principios
de precaución y de respeto a la dignidad que deben cumplirse en la manipulación
de restos humanos”, finalizó Pulido Medrano.
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